Durante mi infancia, mi padre, conocedor de mi amor por el mar y las historias de proezas y misterios, me contaba la hazaña de la balsa Kon-Tiki, motivo de muchas películas, documentales y libros. A los 5 años de edad, semejante aventura, no me parecía menos fantástica que las de Indiana Jones o 20 mil leguas de viaje submarino.
Esta increíble historia, fue el producto de la genial locura de un etnógrafo noruego llamado Thor Heyerdahl, que navegó 8.000 km desde Perú hasta las islas Tuamotu (Polinesia Francesa), durante casi 3 meses y medio.
Lo extraordinario, es que lo hizo a bordo de una balsa construída artesanalmente con troncos, plantas y fibras extraídos de bosques sudamericanos. Heyerdahl quería demostrar que las civilizaciones antiguas, bien pudieron haber migrado navegando entre continentes y tener origen en Sudamérica.
Para eso zarparon en 1947, 6 tripulantes sin tecnología, motores ni alimento. Vivían de la pesca, y se desplazaban a merced de las corrientes marinas, sólo con el empuje del viento sobre una muy precaria vela. Heyerdahl murió en Abril de 2002 a los 87 años.
En mi última visita a Noruega, movilizado por el recuerdo de las narraciones de mi padre, fui a visitar el Kon-Tiki Museum, ubicado en Oslo, donde no hace falta que les cuente mi emoción al tocar la balsa original. Les comparto las fotos AQUI.